¿Qué son las muelas del juicio?
Las muelas del juicio, también llamadas cordales o terceros molares, son, generalmente, las últimas piezas dentales en salir, normalmente al final de la adolescencia. Aunque estos dientes pueden ser útiles y valiosos cuando están libres de infección y correctamente alineados, con frecuencia representan un problema para nuestra salud bucodental y se hace aconsejable su extracción.
Sin embargo, estas piezas dentales son las más variables de todas las que tenemos en la boca. En algunas ocasiones pueden salir antes o después de las edades mencionadas. O, incluso, pueden no erupcionar nunca.
Dicho esto, una persona puede llegar a tener hasta cuatro muelas del juicio. Es decir, dos en la arcada superior y otras dos en la inferior, justo al final de la dentadura. Este es un apunte importante, ya que, por supuesto, también puede darse la posibilidad de que solo salgan algunas de las muelas del juicio.
Las muelas del juicio no tienen una función en la boca. Es decir, no sirven para realizar ninguna función fundamental, puesto que no intervienen en la masticación ni son visibles al sonreír. Por ello, no pasa nada si a una persona no le llegan a salir las muelas del juicio nunca.
Tampoco hay que hacer nada cuando una muela del juicio erupciona y no causa ningún problema en la boca. Sin embargo, es muy frecuente que la salida de los cordales origine infección, dolor y desplazamiento de otros dientes. En estos casos, sería necesario extraer la muela del juicio.
Cuando una muela del juicio tiene espacio suficiente para salir y no causa inconveniente en la boca, no es necesario proceder a su extracción.
Sin embargo, es muy habitual que el espacio resulte insuficiente debido a que ya han salido el resto de dientes.
Cuando las muelas del juicio intentan erupcionar y no encuentran hueco para hacerlo, aparecen los siguientes problemas, dolor e infección, cuando no hay hueco suficiente, las muelas del juicio suelen erupcionar parcialmente y tratar de abrirse paso poco a poco. Este proceso lento ocasiona dolor a la persona, ya que el cordal empuja al resto de dientes. Asimismo, hay que tener en cuenta que este proceso de erupción provoca una herida en la encía. Si dicha herida se mantiene abierta durante un largo tiempo, estaremos ante el mejor caldo de cultivo para el desarrollo de bacterias.
Movimientos en los dientes, como no tienen espacio para erupcionar con normalidad, las muelas del juicio empujan a los dientes adyacentes. Esto supone un especial inconveniente para las personas que han llevado ortodoncia y tienen los dientes alineados. Los desplazamientos no controlados de los dientes pueden provocar que vuelva a aparecer el apiñamiento.
Caries, el apiñamiento hace que la persona no se pueda cepillar los dientes tan bien como cuando los tenía alineados. El hecho de no poder practicar una buena higiene en todas las caras del diente, hace que algunas zonas se vuelvan más propensas a desarrollar caries.
El dolor de las muelas del juicio es relativamente fácil de reconocer, ya que se caracteriza por ser súbito y muy intenso. Además, en muchas ocasiones, tiende a aparecer y desaparecer. Es decir, el paciente alterna periodos de dolor intenso, así insoportable, con épocas en las que la muela del juicio no duele.
Dado que dicho dolor suele ir acompañado de infección, las molestias cursan con otros síntomas como pus, inflamación en la mejilla, enrojecimiento de la encía o halitosis (mal aliento).
El tiempo que tardan en terminar de salir las muelas del juicio es muy variable, ya que depende de cada caso.
Como ya hemos avanzado, el proceso de erupción puede llegar a ser largo, por lo que algunas muelas del juicio tardan en salir varios años. En cambio, otras veces, los cordales tardan tan solo unos meses en erupcionar por completo.
Si se considera necesaria la extracción, la posición y estado de estos molares será el factor decisivo a la hora de determinar la dificultad de la intervención. Si han salido totalmente a través de la encía, el grado de dificultad será menor que en el caso de que estén bajo esta y totalmente sumergidas dentro del hueso maxilar.
En todos los casos, la intervención se realiza con anestesia local y, en ocasiones, con sedación profunda con la asistencia de nuestro servicio de médicos anestesistas. Previamente, se entregará medicación profiláctica o sedante solamente en aquellos casos en los que sea necesario. La recuperación, claro está, dependerá del grado de dificultad de la operación, pero es normal que los primeros tres primeros días tras la intervención tengamos la cara algo inflamada y aparezca algún cardenal en la zona de la cara o cuello próxima a la muela extraída.